Monday, January 6, 2025

La Diligencia y el Éxito: Reflexionando sobre Proverbios 12:24


Proverbios 12:24 nos enseña: “La mano de los diligentes señoreará; mas la negligencia será tributaria.” Este poderoso versículo nos invita a reconocer el valor eterno de la diligencia. No se trata solo de trabajar duro, sino de hacerlo con propósito, fe y un deseo sincero de servir a Dios y a los demás. En un mundo lleno de distracciones, elegir la diligencia nos distingue como discípulos verdaderos de Jesucristo, y nos coloca en el camino del progreso espiritual y temporal.

Desde los tiempos antiguos, las Escrituras han resaltado la importancia de esforzarse. Job, con su ejemplo de rectitud, nos inspira cuando afirma: “El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada” (Proverbios 13:4). A través de cada pequeño esfuerzo, Dios nos muestra Su poder para transformar nuestras acciones en grandes resultados. Pablo también nos recordó en Gálatas 6:9: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.” La promesa es clara: el esfuerzo sostenido siempre traerá frutos.

El Libro de Mormón también refuerza este principio con las palabras de Alma: “Por cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas” (Alma 37:6). No importa cuán insignificantes puedan parecer nuestras acciones, cada acto de diligencia contribuye al plan de Dios. Esto se complementa con la revelación moderna de Doctrina y Convenios, donde el Señor nos anima a ser “diligentes en muchas cosas, y hacerlo de buen grado” (D. y C. 58:27-28). Este mandato no solo es una llamada a la acción, sino también una oportunidad para demostrar nuestra fe y nuestra disposición a actuar sin esperar siempre instrucciones detalladas.

El presidente Brigham Young dijo: “La diligencia en los deberes diarios abre la puerta para las grandes oportunidades de la vida.” ¿No es emocionante pensar que cada pequeño esfuerzo en nuestra vida diaria tiene el potencial de convertirse en una bendición eterna? El presidente Thomas S. Monson también nos desafió a actuar cuando enseñó: “El éxito no es cuestión de casualidad. Es cuestión de elección, determinación y diligencia.” Estas palabras nos llenan de energía y nos motivan a tomar el control de nuestras vidas, confiando en que nuestro trabajo honesto siempre será recompensado.

En otro momento, el presidente Gordon B. Hinckley nos recordó que “la vida no recompensa a los que son perezosos o indiferentes.” Este mensaje es un llamado a actuar, a esforzarnos en cada tarea que se nos encomiende y a reconocer que nuestro trabajo, por más mundano que parezca, tiene un propósito divino. Las palabras de los profetas son claras: la diligencia no solo construye nuestro carácter, sino que también nos capacita para cumplir con la obra del Señor y bendecir a quienes nos rodean.

Incluso fuera de la esfera religiosa, la diligencia ha sido reconocida como un principio esencial para el progreso. Francisco Bilbao, un filósofo chileno, escribió: “El progreso es el fruto del esfuerzo constante y colectivo.” Sus palabras nos recuerdan que nuestra diligencia no solo impacta nuestras vidas, sino también a nuestra comunidad y al mundo. Gabriela Mistral, otra gran pensadora chilena, declaró: “Donde haya trabajo, allí estará la grandeza.” Qué poderosa declaración: nuestro esfuerzo nos acerca a nuestra propia grandeza y al propósito divino que Dios tiene para nosotros.

Como seguidores de Cristo, se nos llama a ser diligentes en cada aspecto de nuestra vida. Ser diligentes en la oración y el estudio de las Escrituras nos conecta con el Padre Celestial y nos fortalece espiritualmente. Ser diligentes en el servicio a los demás refleja el amor de Cristo y trae gozo tanto al que da como al que recibe. Ser diligentes en nuestras responsabilidades temporales nos prepara para mayores oportunidades y demuestra nuestra gratitud por las bendiciones que hemos recibido.

La promesa de Proverbios 12:24 es firme y alentadora: los diligentes señorearán. Seremos bendecidos con confianza, éxito y la guía constante del Espíritu Santo. Cada esfuerzo, por pequeño que parezca, será visto y recompensado por nuestro amoroso Padre Celestial. Así que, avancemos con energía, con fe y con propósito, sabiendo que nuestra diligencia no solo nos beneficiará a nosotros, sino también a todos aquellos a quienes servimos en nuestro camino.


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