Al reflexionar sobre las palabras de Pablo en 1 Timoteo 6:11-12, siento una profunda conexión con el mensaje que le dio a Timoteo. El consejo de Pablo de “huir de estas cosas,” “seguir la justicia” y “pelear la buena batalla de la fe” no es solo una serie de instrucciones; es un mapa para vivir una vida centrada en Cristo. Como miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, he llegado a ver cómo estos versículos ofrecen una guía que se alinea maravillosamente con nuestra doctrina y prácticas.
Huir del Mundo
Pablo comienza instando a Timoteo a huir de aquello que puede enredarnos espiritualmente. Más temprano en el capítulo, Pablo advierte sobre los peligros del orgullo, la contienda y el amor al dinero. Al pensar en mi propia vida, veo que el principio de huir del pecado requiere tanto conciencia como intencionalidad. Vivimos en un mundo que constantemente nos bombardea con distracciones y tentaciones, pero no estamos indefensos.
En Doctrina y Convenios, el Señor nos aconseja permanecer en lugares santos y no ser movidos (D. y C. 45:32). Para mí, esto significa huir de entornos, hábitos o incluso pensamientos que disminuyen la influencia del Espíritu en mi vida. A veces esto requiere distancia física, como alejarme de entretenimiento dañino o conversaciones tóxicas. Otras veces, es una elección interna de rechazar patrones de pensamiento negativos o deseos que me alejan de Dios.
Seguir la Justicia
Pablo no solo le dice a Timoteo que huya; le indica qué debe perseguir. La justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre son las virtudes que nos acercan a Cristo. En mi camino como converso al evangelio, he descubierto que seguir estas virtudes requiere esfuerzo diario y humildad.
La justicia, por ejemplo, no se trata solo de evitar el pecado; se trata de esforzarnos por ser como nuestro Padre Celestial. El Sermón del Monte del Salvador nos invita a “ser, pues, perfectos” (Mateo 5:48), lo que me recuerda que estoy llamado a crecer y progresar diariamente. Para mí, esto significa estudiar las Escrituras, servir a los demás y acudir al Señor en oración sincera.
La fe y la paciencia son virtudes que he tenido que cultivar en épocas desafiantes de mi vida. Recuerdo un momento en el que estaba luchando con una prueba personal y no veía cómo las cosas podrían resolverse. Al acudir al Señor con fe, encontré consuelo en las palabras del Libro de Mormón: “Por tanto, debéis seguir adelante con firmeza en Cristo” (2 Nefi 31:20). La paciencia no es pasiva; es una confianza activa en el tiempo y el plan de Dios.
Pelear la Buena Batalla de la Fe
La frase “pelea la buena batalla de la fe” siempre me ha llamado la atención. La imagen que Pablo utiliza me recuerda que vivir el evangelio no es un esfuerzo pasivo, sino una batalla contra el adversario y el hombre natural. Pero esta lucha no se libra con enojo o agresión; se pelea con amor, verdad y la armadura de Dios (véase Efesios 6:11-18).
Uno de los ejemplos más inspiradores de esta lucha es la historia de José Smith. A pesar de la intensa persecución, permaneció firme en su testimonio del evangelio restaurado. Pienso en sus palabras: “Lo sabía, y sabía que Dios lo sabía, y no podía negarlo” (José Smith—Historia 1:25). Su valentía me recuerda que nuestra fe será probada, pero al depender del Señor, podemos superar cualquier obstáculo.
Perspectiva Eterna
Pablo concluye con un recordatorio de que estamos llamados a “asirnos de la vida eterna.” Esta perspectiva eterna es esencial. En el ajetreo de la vida diaria, es fácil enfocarnos en preocupaciones inmediatas, pero Pablo nos invita a mirar más allá del momento presente hacia nuestra meta última: la vida eterna con nuestro Padre Celestial.
El evangelio de Jesucristo nos da las herramientas para mantenernos en este camino. Las ordenanzas y convenios que hacemos en el templo, por ejemplo, nos recuerdan nuestro potencial divino y nuestro propósito eterno. Cada decisión que tomamos, cada virtud que desarrollamos y cada lucha que enfrentamos nos acerca a ese premio eterno.
Aplicación Personal
Al reflexionar sobre 1 Timoteo 6:11-12, me doy cuenta de la importancia del equilibrio en el discipulado. Huir del pecado no es suficiente; debemos seguir activamente la justicia. Y seguir la justicia requiere la disposición de luchar las batallas espirituales que se presenten.
En mi propia vida, he descubierto que rodearme de influencias edificantes hace que sea más fácil permanecer en el sendero del convenio. Asistir a las reuniones de la iglesia, participar en discusiones del evangelio y mantenerme cerca del Señor a través de la oración y el estudio de las Escrituras son los pequeños actos diarios que construyen fortaleza espiritual.
Una Invitación a Actuar
Las palabras de Pablo son tan relevantes hoy como lo fueron en la época de Timoteo. Son una invitación a actuar para todos nosotros que buscamos seguir a Cristo. Al huir del pecado, seguir la justicia y pelear la buena batalla de la fe, encontraremos fortaleza en el Señor y gozo en el camino.
Testifico que el evangelio de Jesucristo es el camino hacia la vida eterna. El sacrificio expiatorio del Salvador hace posible que superemos el pecado y nos convirtamos en más semejantes a Él. Que cada uno de nosotros tome a pecho el consejo de Pablo y se esfuerce por vivir como discípulo de Cristo, avanzando con fe, esperanza y amor.
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