Saturday, April 12, 2025

Treinta años de testimonio y tecnología: Mi viaje con la Conferencia General

 



Hace más de treinta años, tomé la decisión más importante de mi vida: hacer convenio con el Señor mediante el bautismo en La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En ese momento no entendía completamente el alcance de lo que esa decisión significaba, pero hoy, con gratitud y amor, puedo decir que ha sido el mayor regalo de mi existencia. A lo largo de estas tres décadas, he crecido espiritualmente, he aprendido del Evangelio, he formado una familia basada en principios eternos y he sido testigo de cómo la tecnología ha transformado nuestra manera de vivir la fe. Una de las experiencias que más ha evolucionado —pero que mantiene intacto su poder espiritual— es la forma en que participamos de la Conferencia General.



El inicio: grabaciones en VHS



Recuerdo que cuando era nuevo en la Iglesia, ver la Conferencia General era todo un evento logístico. En mi unidad local, no teníamos transmisión en vivo por satélite, así que dependíamos de los miembros que grababan las sesiones en cintas VHS. Estas grabaciones llegaban días después, y nos reuníamos como miembros de barrio para verlas. No importaba si ya conocíamos algunos de los mensajes por las revistas de la Iglesia; ver y escuchar a los profetas y apóstoles en la pantalla, con sus voces llenas de autoridad y ternura, nos llenaba el corazón.


A veces la calidad del audio no era la mejor, la imagen podía estar rayada o distorsionada, pero el Espíritu siempre se sentía. Era una época más simple, pero no por ello menos espiritual. Me emocionaba ver al presidente Ezra Taft Benson, y más adelante a Howard W. Hunter y Gordon B. Hinckley, hablar con un poder que trascendía las limitaciones tecnológicas.



DVD y televisión por satélite



Con el tiempo, las cintas VHS fueron desapareciendo, y llegaron los DVDs. En muchas capillas, especialmente en América Latina, comenzaron a instalar sistemas para recibir la señal por satélite. Ya no teníamos que esperar días para ver la Conferencia: ahora podíamos reunirnos el mismo fin de semana, en vivo, y experimentar juntos cada mensaje, cada himno, cada oración.


Recuerdo que en aquellos años, ir al centro de estaca para ver la transmisión se convirtió en una tradición. Vestirse con ropa de domingo aunque fuera sábado, llevar refrigerios para compartir durante el receso entre sesiones, y encontrarse con miembros de otros barrios que no veíamos tan seguido. Era como una fiesta espiritual.


Y aunque ya teníamos mejor calidad de imagen y sonido, lo más importante seguía siendo lo mismo: escuchar la voz viva de los siervos del Señor. Cada vez que hablaba el profeta, el salón se llenaba de un silencio reverente. Sentíamos que el cielo se abría un poco y que el Señor nos hablaba directamente.



La llegada de internet y YouTube



Con la llegada del internet de banda ancha, el acceso a la Conferencia General se volvió más personal. La Iglesia comenzó a subir los videos a su página oficial y a YouTube. De repente, podíamos ver cualquier sesión, en cualquier momento, en cualquier lugar. Ya no era necesario esperar una cinta ni reunirnos en el centro de estaca. Podíamos verla desde casa, en la computadora, o incluso en nuestros teléfonos inteligentes.


Al principio confieso que me costó acostumbrarme. Parte de mí extrañaba esa experiencia colectiva, esa reverencia comunitaria. Pero pronto entendí que el Señor estaba facilitando el acceso a su palabra. Recuerdo haber visto sesiones de conferencia en mi celular mientras estaba de viaje, o en la computadora con mis hijos en casa. La posibilidad de pausar, retroceder, repetir… era una bendición.


Y, sobre todo, el mensaje era el mismo. Sentía el mismo Espíritu cuando el presidente Thomas S. Monson contaba historias conmovedoras, o cuando el élder Holland hablaba con su pasión característica. Me di cuenta de que la tecnología, si se usa correctamente, puede ser una herramienta sagrada.



Verla en vivo: una experiencia única



Este año, después de tantos años viendo la Conferencia General en distintos formatos —VHS, DVD, satélite, YouTube—, tuve el privilegio de estar presente en el edificio del Centro de Conferencias en Salt Lake City, Utah. Nada me preparó para la magnitud espiritual de esa experiencia.


Entrar al edificio fue como entrar a un templo. La arquitectura, la limpieza, la organización… todo irradiaba santidad. Me senté entre miles de santos de todo el mundo, cada uno con sus historias, sus luchas, su fe. Ver a los apóstoles subir al estrado, escuchar sus voces sin intermediarios tecnológicos, saber que estaban ahí, a escasos metros de mí, fue abrumador.


Y, sin embargo, también sentí lo lejos que están… no en distancia física, sino en la altura espiritual a la que viven. Son hombres comunes, sí, pero apartados por Dios, llenos de poder y revelación. Fue como ver una estrella desde la Tierra: cercana a la vista, pero distante en su gloria.


Cada mensaje que escuché fue alimento para mi alma. Palabra tras palabra, testimonio tras testimonio, sentí como si mi espíritu estuviera siendo nutrido directamente desde el cielo. No importaba quién hablaba ni qué tema abordaba: el Espíritu confirmaba que eran mensajes del Señor para mí. Era como beber agua pura después de un largo viaje. Sentí consuelo, fortaleza, ánimo, y sobre todo una renovada determinación de seguir adelante.



Reflexión sobre el tiempo y la tecnología



Treinta años parecen mucho, pero han pasado volando. Lo que no ha cambiado es el Evangelio de Jesucristo. Sus principios son eternos, sus profetas son constantes, y el Espíritu Santo siempre da testimonio de la verdad. Lo que sí ha cambiado —y mucho— es la manera en que recibimos esa verdad.


Pasamos de esperar semanas por una cinta de video, a tener acceso inmediato a cada discurso en nuestros dispositivos. Pasamos de reuniones en salones pequeños, a conferencias globales vistas por millones simultáneamente. Pasamos de oír las voces de los profetas en aparatos analógicos, a ver sus rostros en alta definición desde la palma de nuestra mano.


Y sin embargo, lo que verdaderamente importa, permanece inalterable. La Conferencia General sigue siendo una fuente de revelación personal. Es un momento para recibir guía directa del cielo. Es una oportunidad para renovar nuestros compromisos, para dejar atrás el pecado, para abrazar la verdad, para sentirnos más cerca de Cristo.



La cercanía de lo sagrado



Estar en la edición en vivo de la Conferencia General me hizo reflexionar sobre esa paradoja hermosa del Evangelio: lo sagrado está tan cerca… y tan lejos. Tan cerca porque lo sentimos, lo vivimos, lo recibimos en mensajes, en himnos, en testimonios. Tan lejos porque aún estamos en un estado caído, esperando ser elevados por la gracia.


Pero el Señor ha hecho un puente. Nos ha dado apóstoles y profetas, nos ha dado la Conferencia General, nos ha dado tecnología inspirada para que su voz no se pierda en el ruido del mundo. En cada época, Él ha utilizado los medios disponibles para llegar a nosotros.


Yo soy testigo de eso. He vivido la transformación. He sentido el Espíritu en cada etapa. Y hoy, más que nunca, testifico que el Evangelio es verdadero, que los profetas viven, y que la Conferencia General es una manifestación tangible de la voz del Señor en la tierra.



Conclusión



Treinta años después de mi bautismo, puedo decir con certeza que cada segundo ha valido la pena. He sido testigo del poder del sacerdocio, de la revelación moderna, y de la forma en que el Señor adapta sus métodos para que nadie se quede sin escuchar su voz.


Hoy, al mirar hacia atrás, no sólo veo una evolución tecnológica. Veo una evolución espiritual. Veo cómo el Señor me ha guiado en cada etapa, cómo ha usado la Conferencia General para hablarme, corregirme, consolarme y fortalecerme.


Y lo mejor es que esto no termina. La próxima conferencia llegará, y seguiré escuchando, aprendiendo y creciendo. Ya sea por internet, en mi celular, o —si el Señor me lo permite— otra vez en persona, seguiré buscando esa voz apacible y delicada que susurra: “Este es mi Hijo Amado. Escúchalo.”


1 comment:

  1. Leer sobre tu testimonio de la conferencia es reconfortante pues fortalece mi propio testimonio de manera increíble, hiciste recordar mi niñez ahí con los VHS en un televisor pequeño el sonido a veces suave pero feliz de escuchar a los siervos del señor, uff y luego esas reuniones con el sistema satelital reunidos listos para escuchar la voz de los siervos del señor la comida que todos llevábamos para acampar en los jardines de las capillas has movido tantos recuerdos pero todos especiales y únicos, escuchar al profeta siempre ha sido un manantial en medio del desierto de nuestras aflicciones.. doy mi testimonio que escuchar a los siervos del señor darnos instrucciones es reconfortante y único el espíritu es tan fuerte y nos inspira a continuar con fe en cada paso
    Gracias por compartir tu escrito y hacernos recordar épocas hermosas sin duda la verdad de Dios seguirá adelante valerosa, noble e independiente hasta que haya penetrado en todo continente, visitado toda región abarcado todo país y resonado en todo oído; hasta que se cumplan los propósitos de Dios y el gran Jehová diga que la obra está concluida
    Gracias por tus escritos sigue adelante

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