Thursday, February 13, 2025

Superar la Procrastinación: Una Perspectiva Espiritual y Filosófica desde La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días


La procrastinación es un tema que, aunque parezca moderno, ha estado presente en la vida de los seres humanos desde tiempos antiguos. Desde una perspectiva espiritual, y específicamente desde el punto de vista de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la procrastinación no es simplemente un mal hábito o una falta de gestión del tiempo, sino que puede ser vista como una lucha contra los principios divinos que nos han sido dados para nuestro progreso y felicidad. A lo largo de las Escrituras, tanto en la Biblia como en otros libros canónicos, encontramos enseñanzas que nos invitan a actuar con diligencia y a no dejar para mañana lo que podemos hacer hoy. Esto no es solo un consejo práctico, sino un principio espiritual que tiene profundas implicaciones en nuestra relación con Dios y con nosotros mismos.

En el libro de Eclesiastés, leemos: "Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora" (Eclesiastés 3:1). Este pasaje nos recuerda que el tiempo es un recurso sagrado, un don que Dios nos ha dado para que lo utilicemos sabiamente. Sin embargo, la procrastinación nos lleva a malgastar este recurso, a posponer aquello que sabemos que debemos hacer, y en el proceso, perdemos oportunidades de crecimiento, servicio y bendición. Cuando procrastinamos, no solo estamos dejando de cumplir con nuestras responsabilidades terrenales, sino que también estamos ignorando la voluntad de Dios para nosotros en ese momento específico.

En Doctrina y Convenios, una de las obras canónicas de la Iglesia, se nos advierte claramente sobre los peligros de la procrastinación: "No procrastinéis el día de vuestro arrepentimiento" (Doctrina y Convenios 39:10). Esta advertencia no se refiere únicamente al arrepentimiento en un sentido espiritual, sino que también puede aplicarse a todas las áreas de nuestra vida. Cuando posponemos el arrepentimiento, el servicio, el estudio de las Escrituras, o cualquier otra cosa que sabemos que es importante, estamos alejándonos de la guía del Espíritu y de las bendiciones que Dios tiene preparadas para nosotros.

El profeta Alma, en el Libro de Mormón, nos da un ejemplo poderoso de lo que significa actuar con diligencia y no caer en la trampa de la procrastinación. En su discurso a su hijo Helamán, Alma le dice: "Oh, recuerda, hijo mío, y aprende sabiduría en tu juventud; sí, aprende en tu juventud a guardar los mandamientos de Dios" (Alma 37:35). Alma no le está diciendo a su hijo que espere hasta que sea mayor o hasta que se sienta preparado para guardar los mandamientos. Le está instando a actuar ahora, a no perder el tiempo, porque sabe que el momento presente es el más importante. Este consejo es igualmente aplicable para nosotros hoy. No podemos darnos el lujo de esperar a que las circunstancias sean perfectas o a que nos sintamos completamente listos para actuar. La vida es corta, y cada momento es una oportunidad para acercarnos más a Dios y a nuestros semejantes.

En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo nos exhorta a ser diligentes en nuestra fe y en nuestras obras: "Así que, mientras tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe" (Gálatas 6:10). Pablo no está sugiriendo que esperemos hasta que tengamos más tiempo, más recursos o más energía para hacer el bien. Nos está diciendo que aprovechemos cada oportunidad que se nos presente, porque no sabemos cuánto tiempo tendremos para actuar. La procrastinación nos roba estas oportunidades, y en el proceso, nos aleja de la plenitud de la vida que Dios desea para nosotros.

Desde un punto de vista filosófico, la procrastinación ha sido analizada por muchos pensadores a lo largo de la historia. El filósofo italiano Giacomo Leopardi una vez dijo: "El hábito de procrastinar es el de siempre dejar para mañana lo que debería hacerse hoy, y así perder el tiempo en lugar de ganarlo". Esta cita nos recuerda que la procrastinación no solo nos hace perder tiempo, sino que también nos impide alcanzar nuestro potencial completo. Cada vez que posponemos algo importante, estamos dejando de avanzar hacia nuestras metas y, en última instancia, hacia nuestra realización personal y espiritual.

Otro filósofo italiano, Benedetto Croce, nos ofrece una perspectiva interesante sobre la importancia de actuar en el presente: "La historia es la historia de la libertad, y la libertad es la capacidad de actuar en el presente". Esta idea puede aplicarse a nuestra lucha contra la procrastinación. Cada momento que tenemos es una oportunidad para ejercer nuestra libertad y tomar decisiones que nos acerquen a Dios y a nuestros semejantes. Cuando procrastinamos, estamos renunciando a esa libertad y permitiendo que el tiempo nos controle, en lugar de ser nosotros quienes controlamos nuestro tiempo.

En la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, se nos enseña que somos responsables de nuestras propias decisiones y que debemos rendir cuentas ante Dios por cómo utilizamos nuestro tiempo y nuestros talentos. En el libro de Mosíah, leemos: "Porque he aquí, esta vida es el tiempo para que los hombres preparen para comparecer ante Dios; sí, el día de esta vida es el día para que los hombres cumplan con sus obras" (Mosíah 4:27). Este pasaje nos recuerda que no tenemos tiempo que perder. Cada día es una oportunidad para prepararnos espiritualmente, para servir a los demás y para acercarnos más a nuestro Padre Celestial. La procrastinación nos impide hacer estas cosas, y en el proceso, nos aleja de la plenitud de la vida que Dios desea para nosotros.

Jesucristo mismo nos dio el ejemplo perfecto de diligencia y dedicación. Durante Su ministerio terrenal, nunca perdió el tiempo ni pospuso lo que sabía que debía hacer. En el Evangelio de Juan, leemos: "Yo debo hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar" (Juan 9:4). Jesús sabía que Su tiempo en la tierra era limitado, y por eso actuó con urgencia y propósito en todo momento. Nosotros, como Sus discípulos, debemos seguir Su ejemplo y no permitir que la procrastinación nos impida cumplir con nuestra misión en la vida.

En conclusión, la procrastinación es más que un simple mal hábito; es una barrera que nos impide alcanzar nuestro potencial espiritual y temporal. A través de las Escrituras y las enseñanzas de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, aprendemos que el tiempo es un recurso sagrado que debemos utilizar sabiamente. No podemos darnos el lujo de posponer lo que sabemos que es importante, porque no sabemos cuánto tiempo tendremos para actuar. Como nos recuerda el apóstol Pablo: "Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos" (Efesios 5:15-16). Que podamos tomar estas palabras en serio y actuar con diligencia en todo lo que hagamos, para que podamos vivir una vida plena y llena de bendiciones.

No comments:

Post a Comment

“The Ark of Noah, a Journey Without a Rudder…”

The story of Noah’s ark has never been for me a simple tale of animals marching two by two into a giant boat. It is much more than a childho...