Wednesday, February 19, 2025

"La Paciencia: El Arte de Confiar en el Tiempo Perfecto"


La paciencia es una virtud que a menudo se malinterpreta en una sociedad que busca resultados inmediatos. Se asocia erróneamente con la pasividad o con la simple espera, pero en realidad, es una muestra de fortaleza y dominio propio. La paciencia no significa resignación, sino confianza en que los tiempos adecuados llegarán según un plan superior. Quienes la practican desarrollan una perspectiva más amplia de la vida y de las pruebas que enfrentan.

Desde tiempos antiguos, las Escrituras han enseñado la importancia de la paciencia. En el libro de Eclesiastés se nos recuerda que “todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3:1). Esta enseñanza resalta que los eventos de la vida no ocurren por casualidad ni de manera arbitraria, sino según un propósito divino. En la epístola a los Hebreos se nos insta a “correr con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1), lo que implica que el progreso personal y espiritual no es un sprint, sino un maratón que requiere constancia y confianza.

La paciencia no es una cualidad innata, sino un principio que debe cultivarse. El rey Benjamín, en un discurso registrado en un texto antiguo, enseñó que el servicio desinteresado y la humildad son claves para desarrollar esta virtud. Afirmó que “cuando os halláis en el servicio de vuestros semejantes, solo estáis en el servicio de vuestro Dios” (Mosíah 2:17). Este principio nos ayuda a entender que la paciencia se manifiesta no solo en la espera, sino también en la disposición de ayudar a otros sin esperar recompensas inmediatas.

Una de las pruebas más grandes de paciencia es soportar el sufrimiento con fe. En el caso de Job, se nos muestra un ejemplo de resistencia ante la adversidad. A pesar de perder su riqueza, su familia y su salud, no perdió la esperanza ni maldijo su destino. Su historia demuestra que la paciencia no significa evitar el dolor, sino aprender a sobrellevarlo con perspectiva y esperanza. En otra parte de las Escrituras se nos aconseja: “Sed pacientes en las aflicciones, porque sufriréis muchas, pero soportadlas, porque he aquí, yo estoy con vosotros hasta el fin de vuestros días” (Doctrina y Convenios 24:8). Esta promesa nos recuerda que la paciencia no es una carga que llevamos solos, sino una oportunidad para confiar en un poder mayor.

Las enseñanzas filosóficas de distintas culturas también resaltan el valor de la paciencia. En Tailandia, el maestro budista Buddhadasa Bhikkhu enseñó que la paciencia es el puente entre el deseo y la iluminación. Explicó que los que desean alcanzar la paz interior deben aprender a soportar los altibajos de la vida sin aferrarse a expectativas rígidas. Para él, la paciencia es la clave para liberarse del sufrimiento, ya que permite aceptar las circunstancias sin desesperación.

Otro pensador tailandés, Ajahn Chah, enseñó que la paciencia es el fundamento de la sabiduría. Según él, la mente humana busca constantemente gratificación instantánea, lo que genera frustración y angustia. En cambio, quienes aprenden a ser pacientes descubren que el verdadero crecimiento no ocurre de la noche a la mañana, sino a través de pequeños avances diarios. Su enseñanza nos recuerda que las dificultades son oportunidades para fortalecer el carácter.

El Salvador es el ejemplo supremo de paciencia. Durante su ministerio terrenal, enfrentó burlas, persecuciones e injusticias, pero nunca respondió con ira ni impaciencia. Su invitación fue clara: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Esta promesa nos muestra que la paciencia no es solo una prueba personal, sino un camino que nos acerca a una paz más profunda. La paciencia nos permite confiar en que, aunque las respuestas no lleguen de inmediato, el tiempo perfecto llegará. No se trata de esperar sin hacer nada, sino de perseverar con fe y trabajo constante.

En una era de inmediatez, la paciencia se ha convertido en una de las virtudes más difíciles de desarrollar. Sin embargo, es una de las más esenciales. Aquellos que aprenden a ser pacientes descubren que su carácter se fortalece, su visión se amplía y su fe crece. La paciencia no solo es la capacidad de esperar, sino la habilidad de mantener una actitud positiva y productiva mientras lo hacemos. Así, aquellos que aprenden a cultivarla se encuentran en el camino de una vida más plena y significativa.




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