Thursday, February 13, 2025

Génesis 2:22-24: La Unión Sagrada del Matrimonio y su Propósito Eterno


El relato de la creación en el libro de Génesis es uno de esos textos que, aunque antiguo, sigue resonando con una profundidad increíble en nuestras vidas. En particular, los versículos 22 al 24 del capítulo 2 nos hablan de algo que va más allá de una simple historia: nos hablan del matrimonio, de la unión entre el hombre y la mujer, y del propósito divino detrás de esa unión. Hoy quiero explorar contigo estos versículos, no solo desde un punto de vista espiritual, sino también con un enfoque práctico y reflexivo, utilizando otros textos canónicos y algunas ideas de filósofos contemporáneos de Colorado, Estados Unidos, para enriquecer nuestra comprensión.

El pasaje dice así: *"Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ella será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne."* Estas palabras no son solo una narración histórica; son una revelación sobre la naturaleza del matrimonio y la relación entre el hombre y la mujer. Vamos a desglosarlas juntos para entender su significado más profundo.

Primero, hablemos de la creación de Eva. ¿Te has puesto a pensar por qué Dios la creó de la costilla de Adán? No fue de la cabeza, para estar por encima de él, ni de los pies, para estar por debajo, sino del costado, para estar a su lado, como su compañera y complemento. Este detalle no es casual; es simbólico. Representa igualdad, cercanía y unidad. Eva no fue creada para ser inferior ni superior, sino para ser parte de Adán, para completarlo. Esto nos habla de que el matrimonio es una unión de iguales, donde ambos se complementan y fortalecen mutuamente.

Además, este acto de creación no fue solo un evento físico; tuvo un propósito eterno. En otros textos canónicos, como en *Mateo 19:6*, se nos recuerda que *"lo que Dios juntó, no lo separe el hombre."* Esto nos dice que el matrimonio no es una institución meramente terrenal, sino algo que tiene implicaciones eternas. No es solo un contrato social, sino un vínculo sagrado, ordenado por Dios desde el principio.

Cuando Adán reconoce a Eva como *"hueso de mis huesos y carne de mi carne"*, está expresando algo muy profundo. No solo está hablando de una conexión física, sino de una unión espiritual. Es como si dijera: "Eres parte de mí, eres mi otra mitad." Esto nos lleva a pensar que el matrimonio no es solo una unión de cuerpos, sino de almas. Es una relación donde dos personas se convierten en una, no solo en lo físico, sino en lo emocional, lo mental y lo espiritual.

En el libro de *Efesios 5:31-32*, este concepto se profundiza aún más. Allí se dice: *"Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio, pero yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia."* Aquí, el matrimonio se presenta como un símbolo de la relación entre Cristo y su pueblo. Es decir, el matrimonio no es solo una unión humana; es un reflejo de algo divino, algo eterno.

Ahora, hablemos de la parte donde dice que el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa. Esto nos habla de prioridades. El matrimonio no es una relación secundaria; es una unión que requiere compromiso, dedicación y lealtad. En nuestra vida moderna, donde las distracciones y las responsabilidades compiten por nuestra atención, este principio es más relevante que nunca. El matrimonio debe ser una prioridad, un espacio donde ambos cónyuges se apoyan y se fortalecen mutuamente.

En el libro de *Doctrina y Convenios*, se nos recuerda la importancia de poner a Dios en el centro de nuestras relaciones. Por ejemplo, en *Mateo 19:29*, se dice: *"Y todo aquel que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna."* Esto nos enseña que cuando basamos nuestro matrimonio en principios divinos, no solo estamos construyendo una relación terrenal, sino que estamos dando pasos hacia la vida eterna.

La frase *"serán una sola carne"* es quizás la más significativa de todo este pasaje. No se refiere solo a la unión física, sino a una unión completa: emocional, espiritual y eterna. En otros textos canónicos, como en *Mateo 22:30*, se explica que en la resurrección *"ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo."* Sin embargo, esto no niega la posibilidad de uniones eternas; más bien, las coloca en un contexto celestial. Es decir, el matrimonio, cuando está basado en principios divinos, puede trascender esta vida y perdurar en la eternidad.

Para enriquecer aún más nuestra comprensión de estos versículos, podemos recurrir a las ideas de dos filósofos contemporáneos de Colorado, Estados Unidos. El primero es **Dr. John Vervaeke**, profesor de la Universidad de Colorado, quien ha explorado la relación entre la espiritualidad y la psicología humana. Vervaeke argumenta que las relaciones significativas, como el matrimonio, son esenciales para el florecimiento humano y la conexión con lo trascendente. Su enfoque en la "relevancia relacional" resuena con la idea de que el matrimonio es una unión que va más allá de lo físico, tocando aspectos profundos del alma y el espíritu.

El segundo filósofo es **Dr. Christina Van Dyke**, también de Colorado, quien ha escrito extensamente sobre la ética y la naturaleza del amor. Van Dyke sugiere que el amor en el matrimonio no es solo un sentimiento, sino una elección consciente y un compromiso con el bienestar del otro. Esta perspectiva refuerza la idea de que el matrimonio, como se describe en Génesis, es una unión basada en el amor, el respeto y el compromiso mutuo.

En resumen, Génesis 2:22-24 nos ofrece una visión profunda y espiritual del matrimonio como una unión divinamente ordenada. Desde la creación de Eva hasta la declaración de que el hombre y la mujer serán "una sola carne", este pasaje subraya la importancia del amor, el compromiso y la unión eterna. Al recurrir a otros textos canónicos y a las ideas de filósofos contemporáneos, podemos apreciar aún más la relevancia de estos versículos en nuestra vida moderna.

El matrimonio, cuando se vive de acuerdo con los principios divinos, no solo es una fuente de felicidad terrenal, sino también un paso hacia la vida eterna. Como dijo Adán, somos *"hueso de mis huesos y carne de mi carne"*, recordándonos que en el matrimonio encontramos no solo un compañero, sino una extensión de nosotros mismos, unidos por un propósito eterno. Así que, si estás en un matrimonio o aspiras a estarlo algún día, recuerda que esta unión no es solo algo terrenal; es un reflejo de algo mucho más grande, algo divino.

1 comment:

  1. En el amor la conexión entre el cuerpo, mente, espíritu, alma, corazón es lo más sagrado y valioso del mundo.... Una conexión única e irrepetible 🌷 muy buen artículo felicidades al escritor

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