Tuesday, February 11, 2025

El nacimiento en la tierra es un tema profundo y sagrado


El nacimiento en la tierra es un tema profundo y sagrado que nos invita a reflexionar sobre el propósito de nuestra existencia y la maravilla del plan divino que nuestro Padre Celestial ha preparado para nosotros. Desde la perspectiva de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, la vida terrenal no es un evento casual o accidental, sino un paso esencial en nuestro viaje eterno. Es un regalo que debemos celebrar, no solo por el milagro biológico que representa, sino por las oportunidades espirituales que nos brinda para crecer, aprender y prepararnos para regresar a la presencia de Dios.

En las Escrituras, encontramos que el nacimiento en la tierra fue parte de un plan divino establecido desde antes de la fundación del mundo. En el libro de Abraham, leemos: "Y allí descenderemos, porque será un lugar preparado para ellos, y allí los probaremos, para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare" (Abraham 3:25). Este pasaje nos recuerda que la vida terrenal es una prueba, una oportunidad para demostrar nuestra fe y obediencia a los mandamientos de Dios. Pero también es un tiempo de gozo, de crecimiento y de experiencias que nos permiten desarrollar atributos divinos, como el amor, la paciencia y la humildad.

El profeta Jeremías también nos habla de la importancia de nuestra existencia terrenal cuando dice: "Antes que te formase en el vientre, te conocí; y antes que nacieses, te santifiqué y te di por profeta a las naciones" (Jeremías 1:5). Estas palabras nos recuerdan que nuestra vida no comienza con el nacimiento, sino que somos seres eternos con un propósito divino. Nuestro tiempo en la tierra es una etapa crucial en ese viaje eterno, un tiempo para prepararnos para las responsabilidades y bendiciones que nos esperan en la vida venidera.

Celebrar el nacimiento en la tierra no es solo una cuestión de festejar el hecho de haber llegado a este mundo, sino de reconocer la grandeza del plan de salvación y la importancia de nuestras decisiones diarias. En el Libro de Mormón, el profeta Alma nos enseña: "Y ahora bien, hermanos míos, deseo que hagáis lo que habéis padecido hasta ahora, con paciencia en vuestras aflicciones, para que tengáis éxito al final y así ganéis el premio" (Alma 13:28). Este pasaje nos invita a ver la vida terrenal como una carrera espiritual, en la que cada día es una oportunidad para acercarnos más a nuestro Salvador Jesucristo y a nuestro Padre Celestial.

El nacimiento en la tierra también nos conecta con la expiación de Jesucristo, el evento central del plan de salvación. En el Nuevo Testamento, leemos: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16). Este versículo nos recuerda que el nacimiento de Jesús fue el comienzo de un sacrificio infinito que nos permite superar los desafíos de la vida terrenal y regresar a la presencia de Dios. Celebrar nuestro propio nacimiento es, en cierto modo, celebrar la expiación de Cristo, porque es gracias a Él que nuestra vida terrenal tiene un propósito eterno.

Además, las Escrituras nos enseñan que el nacimiento en la tierra es una oportunidad para recibir un cuerpo físico, un don sagrado que nos permite experimentar la plenitud de la vida. En Doctrina y Convenios, leemos: "El espíritu y el cuerpo son el alma del hombre" (D. y C. 88:15). Este pasaje nos recuerda que nuestro cuerpo no es solo un vehículo temporal, sino una parte esencial de nuestra identidad eterna. A través de nuestro cuerpo, podemos experimentar el gozo de las relaciones familiares, la belleza de la creación y la satisfacción del trabajo honesto. Celebrar el nacimiento en la tierra es, por lo tanto, celebrar la oportunidad de tener un cuerpo y usarlo para glorificar a Dios.

Pero, ¿por qué es tan importante seguir los principios del Evangelio durante nuestra vida terrenal? Las Escrituras nos dan una respuesta clara: "Porque he aquí, esta vida es el tiempo para que los hombres preparen para comparecer ante Dios; sí, el día de esta vida es el día para que los hombres cumplan con sus labores" (Alma 34:32). Este pasaje nos recuerda que la vida terrenal es un tiempo limitado y precioso, un tiempo para arrepentirnos, para crecer espiritualmente y para prepararnos para la vida eterna. Cada día es una oportunidad para acercarnos más a nuestro Salvador y para alinear nuestra voluntad con la de nuestro Padre Celestial.

El profeta José Smith enseñó: "El gran plan de salvación es un tema que debería ocupar nuestra atención estrictamente, y ser considerado como uno de los más importantes que se haya presentado a la familia humana". Esta cita nos invita a reflexionar sobre la importancia de vivir de acuerdo con los principios del Evangelio, no solo para nuestra propia salvación, sino para la de nuestras familias y seres queridos. El nacimiento en la tierra es un regalo que nos permite participar en este gran plan, y es nuestra responsabilidad aprovechar al máximo esta oportunidad.

En el Libro de Mormón, el rey Benjamín nos da un consejo poderoso: "Y además, quisiera que consideraseis el bendito y feliz estado de aquellos que guardan los mandamientos de Dios. Porque he aquí, ellos son bendecidos en todas las cosas, tanto temporales como espirituales" (Mosíah 2:41). Este pasaje nos recuerda que seguir los principios del Evangelio no solo nos trae bendiciones espirituales, sino también temporales. La obediencia a los mandamientos de Dios nos permite vivir una vida plena y satisfactoria, llena de paz y gozo.

Celebrar el nacimiento en la tierra también nos invita a reflexionar sobre la importancia de la familia. En "La Familia: Una Proclamación para el Mundo", leemos: "El matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios, y la familia es esencial en el plan del Creador para el destino eterno de Sus hijos". Esta declaración nos recuerda que nuestras relaciones familiares son una parte central del plan de salvación. Nuestro nacimiento en la tierra nos conecta con una familia, y es a través de estas relaciones que aprendemos a amar, a perdonar y a servir, principios que son esenciales para nuestra progresión eterna.

El élder Russell M. Nelson, un apóstol moderno, dijo una vez: "Nuestro nacimiento en la tierra es un paso esencial en nuestro viaje eterno. Es un tiempo para aprender, para crecer y para prepararnos para regresar a la presencia de nuestro Padre Celestial". Esta cita nos invita a ver la vida terrenal no como un fin en sí misma, sino como un medio para alcanzar un fin mucho mayor: la vida eterna con nuestro Padre Celestial y nuestro Salvador Jesucristo.

En conclusión, el nacimiento en la tierra es un evento sagrado que debemos celebrar con gratitud y reverencia. Es un paso esencial en nuestro viaje eterno, un tiempo para aprender, crecer y prepararnos para regresar a la presencia de Dios. A través de las Escrituras y las enseñanzas de los profetas modernos, podemos entender la importancia de vivir de acuerdo con los principios del Evangelio y de aprovechar al máximo esta oportunidad única. Que podamos recordar siempre el valor de nuestra vida terrenal y esforzarnos cada día por vivir de manera que honremos el gran plan de salvación que nuestro Padre Celestial ha preparado para nosotros.

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